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EL FUTURO DE LA VEJEZ.

¿Trabajar hasta morir? 


Ana Pomar, Margarita Romero, y Marcos Galindo.

 

Actualmente, en México, las personas mayores de 60 años se consideran como población de la tercera, es decir, personas viejas. Esto implica a toda la gente que nació antes de 1961, sabiendo que la fecha no es casual, pues ello permite observar los diversos procesos históricos del país, los cuales hoy se ven reflejados en el modo de vida de las personas viejas. 

No es un secreto que los adultos mayores forman parte de un sector de la población vulnerable, en la cual coexisten varios factores: enfermedades crónico-degenerativas, bajo poder adquisitivo, servicios médicos insuficientes y/o precarios, poca taza de empleabilidad en el mercado laboral, acceso desigual a seguridad social, entre otros. En ese sentido, la reflexión de esta semana versa sobre la vejez y las condiciones en las que se desarrolla esta etapa de vida en el contexto mexicano.

En primer lugar, existe una desigualdad marcada en el nivel de la seguridad social, debido a que existe un grupo poblacional que trabajó en el sector informal, por ende carece de un aporte económico estable, viéndose obligado a laborar todo el tiempo que pueda para alargar su nivel socioeconómico, y que incluso aquellos que cuentan con una pensión, producto de años de trabajo en el sector formal, muchas veces deben de sumarse al mercado productivo debido al poco nivel adquisitivo que se tiene en este país.

Hoy en día la mayoría de las personas de la tercera edad cuentan con una “pensión” por parte del gobierno federal. La cual se distribuye a personas mayores de 68 años (65 años en municipios indígenas) que consta de $2,550.00 (pesos mexicanos) bimestrales. Es decir, si se toman en cuenta meses de 30 días, la cantidad anterior se traduce a $42 pesos con ¢50 centavos al día. Si bien este programa trata de mitigar la desigualdad y “garantizar” una vejez sin precariedad, en muchas ocasiones sucede lo contrario. 

Pese a lo alarmante de esta situación en miles de personas, resulta curioso saber cómo se llegó a eso, y la respuesta más banal podría ser responsabilizar a las personas de la tercera edad, a su falta de prevención a largo plazo, a la carente educación financiera y de ahorro de este país, entre muchas otras cosas. Y si bien, de forma individual somos responsables de nuestros actos, existen elementos que no se observan y de los que no se tienen control. Dichos elementos estructurales se explican por la calidad de los trabajos y la forma de pensionarse tan cambiante que ha regido con el pasar de las décadas, puesto que elementos que en el pasado fueron protegidos desde la legislación mexicana, actualmente resultan impensables de aplicarse. Sin embargo, en un país tan desigual como México, esta “protección” no alcanzó a todas las personas en su momento. Hoy es evidente cómo cientos de personas de edades avanzadas trabajan con salarios precarios y con pocas, o nulas, condiciones laborales. Y que, incluso, con la asistencia social sus vidas no mejoran y se agravan cada día por las condiciones de su edad, salud y preocupaciones económicas.

En cuestión de salud, por ejemplo, las personas que ahora forman parte del sector de los adultos mayores fueron criadas con el fundamento de proveer a la familia, trabajar arduamente para aportar un sustento, velar por los hijos en todo momento, etcétera, pero el autocuidado no entró dentro de esta crianza, por lo que preocuparse de la salud propia pasó a un segundo termino. Estos ideales, junto a factores como malos hábitos alimenticios y sedentarismo, son los causantes de los altos índices de enfermedades crónico-degenerativas como Diabetes e Hipertensión Arterial Sistémica, que aquejan a la población senil. Mismos que en el propio contexto de la enfermedad van agregando otros padecimientos degenerativos como artrosis y problemas de columna.

Este tipo de situaciones condiciona a un estado de incapacidad para el adulto mayor en general, reduciendo fuertemente el ser productivo laboral y económicamente, y se ven en un contexto vulnerable al no ser generador de su propio sustento. En el mejor de los casos la familia se hace responsable de los gastos, de los cuidados y del bienestar de las personas viejas. No obstante, considerando los niveles de pobreza que azotan a México, muchas veces son vistos como una carga al gasto familiar. Por otro lado, también existen adultos mayores que no cuentan con una red de apoyo familiar, viéndose obligados a trabajar y que, en consecuencia, agravan su salud.

Pese a que el Gobierno Federal, por medio del “INSABI", y los gobiernos locales colaboran en conjunto para cubrir las necesidades de salud, gran parte de las unidades de atención sanitaria no cuentan con el equipo necesario para un correcto seguimiento y tratamiento médico, pues, en ocasiones no se tiene disposición del medicamento básico, por lo que los pacientes se ven en la necesidad de adquirirlos por sus propios medios, generando sacrificios para adquirirlos, la suspensión de la atención médica y/o el deterioro de la salud.

Además de los elementos anteriores es cierto reconocer que estas personas necesitan opciones de vida para sentirse útiles y autorrealizarse. Sin embargo, no es menos certero que requieren descanso, recreación y cuidados de los que hoy carecen. Y la sociedad sólo responde con indolencia frente a estas imágenes cotidianas, incluso se les estigmatiza, se les confronta y se les reprocha por la condición que tienen.

Cabe repensar también en las y los futuros viejos, pues las y los jóvenes de hoy casi no cuentan con derechos laborales, existe una nula educación de prevención, poseen salarios que inhiben el ahorro, e invalidan cualquier meta a largo plazo con tal de satisfacer necesidades inmediatas. Por lo cual, si el presente de ser una persona vieja es doloroso, el futuro de la vejez se vuelve cuando menos sombrío.

 


 

Comentarios

  1. Me gustaría saber un poco sobre su proceso para escribir su entradas. Me llama la atención (y me gusta) que todas están firmadas colectivamente.

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    1. Hola Xavi, gracias por leernos. Te contamos que la forma de escribir el blog es definir un tema semanal . La elección del tema depende de nuestras preocupaciones personales y de los eventos sociales, políticos, económicos y culturales de nuestro interés. A partir de la definición temática cada uno de nosotros escribe su reflexión sobre el tema y luego formamos colectivamente un escrito y lo editamos, para finalmente tener las publicaciones. Esperamos sea de utilidad la respuesta y seguir contando con tu lectura.

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