Emprendimiento y vulnerabilidad.
Ana Pomar, Margarita Romero, y Marcos Galindo.
A partir del confinamiento pandémico se mostró un crecimiento del comercio electrónico sin precedentes. A la par, se observó el florecimiento de cientos y miles de comercios locales o páginas en Internet y Facebook que tienen como objetivo la venta de productos y/o servicios. Todos ellos, o la gran mayoría, se catalogan como emprendimiento, sin embargo, este hecho no es novedoso, pues desde hace más de 20 años se impulsaba el que todas y todos los mexicanos tuviéramos un “changarro”, como el entonces presidente Vicente Fox publicitaba.
Y es que las circunstancias económicas en México nunca han sido las más óptimas, aunado a los impactos financieros y sociales que ha dejado la pandemia. La cual sigue causando estragos a nivel mundial, pues, cambió la realidad que conocíamos. El desempleo, que ya aquejaba a una lastimada sociedad, se incrementó de forma alarmante durante este periodo. Y es que el confinamiento ha traído consigo la pérdida de millones de empleos y el quiebre de grandes empresas. Esta situación ha orillado a muchas personas, en su mayoría mujeres, a buscar un ingreso extra para cubrir las necesidades de sus hogares. Así, las ventas por redes sociales como Facebook se catapultaron de forma estrepitosa y surgieron las NENIS.
Las NENIS son las Nuevas Emprendedoras de Negocios por Internet. Es decir, microempresarias informales que comercializan mercancías, productos y/o servicios por medio de internet, principalmente redes sociales. Las NENIS han desarrollado todo lo respectivo a su empresa: la logística de entrega y producción, la publicidad, quienes realizan los servicios o productos, el embalaje y absolutamente todo lo referente a la organización.
Las NENIS también se pueden definir como una tribu urbana, la cual se dedica al comercio, ofrecen sus productos a través de redes sociales y llegan a un acuerdo con el consumidor para que la entrega se realice en un punto medio para ambas partes, siendo las más populares las estaciones del metro y plazas comerciales. Estas mujeres todos los días se dedican a ofrecer sus productos. La variedad es tanta que se puede encontrar: ropa, maquillaje, artículos para el hogar, regalos, artesanías, comida y hasta productos de la canasta básica; el cielo es el límite para las NENIS, quienes salen todos los días buscando sustento para sus familias.
En ese orden de ideas, es necesario destacar la importancia de la apropiación del término y, a partir de ello, el empoderamiento, puesto que en un inicio se utilizaba de forma despectiva. Incluso se observó un sesgo de género en el emprendimiento, pues, mientras el género masculino es considerado como los “hombres de negocios” con una “visión comercial, futuro prometedor y valientes”. A las mujeres se les considera como menores y, de hecho, en redes sociales se catalogó a muchas mujeres emprendedoras como las NENIS, término clasista e incluso misógino utilizado para mofarse de las mujeres que se dedican a la venta por redes sociales. Pese a ello, estas mujeres se reapropiaron del nombre y lo utilizaron como estandarte para dar una voz colectiva del emprendimiento de las mujeres. Cuando nos referimos las NENIS automáticamente pensamos en mujeres. Sin embargo, esta aseveración deja de lado a hombres que han encontrado en las ventas por redes sociales una fuente de trabajo, incluso hay familias completas que se dedican a ello. Si bien es cierto que las ventas por redes sociales, son una variante del comercio informal (la cual evidentemente evade impuestos), también es certero decir que se ha convertido en el principal sustento de muchas familias mexicanas.
Por desgracia, en este movimiento de emprendedores se corren riesgos, algunos no tan graves como cancelaciones de último momento o que los productos ofrecidos estén en mal estado. Las NENIS también están expuestas al acoso, violencia de género, asaltados e incluso secuestros. Sin duda este fenómeno de emprendimiento demuestra que, ante la adversidad, el ingenio y ganas de superación sobresalen, pero también resulta alarmante ver cómo el desempleo afecta a la integridad de estas personas. Pues, además de no contar con un ingreso fijo ni seguridad social, exponen su salud al salir a entregar sus productos aún en el confinamiento a consecuencia del COVID19.
En ese sentido, resulta esencial reconocer el espíritu emprendedor, en primera instancia, y la tenacidad para encargarse por sí mismas de cada uno de los rubros que permiten el correcto funcionamiento como microempresarias: la versatilidad en la función de tareas, la constancia, la dedicación, la responsabilidad y el esmero que muchas impregnan en cada actuar.
Por otro lado, es menester destacar la precariedad que el sistema y el modelo económico han permeado en este tipo de emprendimiento: la nula seguridad social y laboral existentes, la evasión fiscal, los procesos a veces rudimentarios que no aseguran una calidad mínima conforme al marco legal mexicano, así como las condiciones de vulnerabilidad para el público consumidor en caso de una inconformidad.
Hoy, el sueño de Fox se hace realidad en el gobierno de López Obrador como esas ironías del destino que juega con nosotros. Sin embargo, pese a que florecen hoy los negocios o “changarros”, algo ha cambiado, y otras cosas permanecen. Este “sueño” hecho realidad, duramente criticado al inicio del milenio, continua con elementos poco favorecedores para el o la emprendedora. Pues sí bien el emprendimiento genera auto-empleo y empleos a otros, en la mayoría de los casos no se tienen derechos mínimos de trabajo, se evaden responsabilidades fiscales, y se normaliza el subempleo como una especie de suerte y meta generacional al no contar con espacios laborales bien remunerados. Existen otros elementos a considerar, pues, el emprendimiento es una respuesta creativa y resiliente frente a un contexto sistemático y estructural de desempleo.
En suma, las condiciones socio-económicas, en conjunción con las pocas oportunidades sistémicas ofrecidas, orillan a miles de personas a auto-emplearse en el sector informal; personas que se han visto negadas a forjar un futuro en mejores condiciones sociales, sanitarias, laborales, mercantiles y de equidad en acceso a derechos para todas y todos. En ese sentido, invitamos a repensar en un emprendimiento sostenible en el tiempo, con buenos salarios y, en la medida de lo posible, dentro de la formalización legal y fiscal. Pues tal como se ha mostrado, es una situación laboral que seguirá en el tiempo. Y bajo esa misma lógica, es vital pensar desde la perspectiva de consumidores y apelar a pagar por algo que respete los derechos laborales y los deberes fiscales, en razón de tener un futuro más estable para todos y todas.
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