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NO SÓLO NOS ENFERMAMOS DE COVID;

Como decía mi madre… la salud es un lujo.

 

 

Ana PomarMargarita Romero, y Marcos Galindo.

 

Cuando la OMS decretó al COVID19 como pandemia, México tomó las medidas que consideró adecuadas para hacerle frente. En ese sentido, es útil recordar que el mundo está luchando contra la COVID desde 2019 y el primer temor del gobierno chino al inicio de este problema de salud fue el colapso del sistema sanitario en el mundo. Hecho que, en cierta medida, sucedió. Para nadie es una sorpresa que el sistema de salud mexicano está colapsado desde hace muchos años. La pandemia ocasionada por COVID19, que ha afectado a todo el mundo, sólo reafirmó la crisis que se vive en hospitales por falta de insumos y personal, pese a ello, se trata de seguir atendiendo a los enfermos en la completa precariedad.

Para hacer frente a la pandemia México tomó diversas medidas como: asignación de hospitales “COVID”, los cuales estarían destinados a atender únicamente pacientes con COVID19; (el resto de las emergencias hospitalarias serían atendidas en otros hospitales). Las consultas de enfermedades crónico degenerativas o que no ponen en riesgo la vida del paciente fueron canceladas hasta nuevo aviso, simplemente se indicó a los derechohabientes de estos centros médicos que podrían pasar a recoger su medicamento en la fecha señalada. 

Todas estas medidas fueron planteadas para evitar un colapso del sistema médico, que los y las contagiadas por COVID19 supieran a qué unidades médicas acudir, y que aquellas personas vulnerables a la transmisión de COVID19 no se expusieran al contagio. Sin embargo, estas medidas no sólo demostraron que fueron insuficientes ante los brotes de COVID19, pues la capacidad hospitalaria se vio rebasada, sin mencionar la escasez de oxígeno terapéutico y el peregrinar de muchas familias que iban de hospital en hospital buscando atención para sus enfermos, además, se descuidó de otras patologías que son causantes de mortalidad en el país.

Desde ese punto de vista, se ha dejado de lado a otros padecimientos y enfermedades que, normal en la naturaleza humana, afectan a cada una de las personas en algún momento de la vida. Sin embargo, la gente sigue siendo afectada por otros patógenos y padecimientos que atacan la salud, la vulneran y también pueden terminar con la vida de la gente. 

De hecho, el 30 de abril de 2020, Sofía Montserrat Melo, una niña del Estado de México, preguntaba al Dr. Hugo López-Gatell cuándo podría retomar sus terapias. Hoy seguimos esperando que éste, y otros servicios médicos se reanuden, en cambio, la respuesta certera debería ser el controlar la pandemia para atender a quienes lo requieran por otras circunstancias ajenas a COVID. 

Pese a que la vacunación avanza, en contraste los servicios médicos no se han reestablecido de manera regular. Ello, puede ser muy visible con las enfermedades crónico degenerativas, pero también es necesario voltear a aquellas enfermedades silenciosas, “poco importantes” y “no tan graves”. ¿Cuántos de nosotros dejamos de ir con el optometrista o con el dentista con tal de no “exponerse” a un contagio? ¿Cuántos de nosotros descuidamos nuestra salud y dejamos de ir con el nutricionista, dejando de lado el régimen específico para alguna enfermedad? ¿Cuántos de nosotros hemos dejado asistir a alguna consulta médica por algún padecimiento “sin importancia” con tal de no contagiarse?

Para entender cómo se abordan las enfermedades en el terreno nacional, hay que destacar dos aspectos: primero, no existe un autocuidado por parte de la población, ya sea por motivos sociales, económicos o culturales. El mexicano promedio no cuida su salud, es común escuchar “yo voy al médico sólo hasta que me sienta muy mal". Por lo tanto, no es difícil deducir que la mayoría de los mexicanos recurren a remedios naturales, consejos de la familia o de internet, y por supuesto la automedicación. Segundo, el proceso burocrático para conseguir una valoración de especialidad médica resulta excesivo y abrumador, por lo que para muchas personas es mejor ignorar sus males o buscar alternativas para mejorar su salud.

Es así como miles de mexicanos vieron suspendidas sus cirugías o sus terapias, lo cual retrasa su mejoría. Las enfermedades crónico degenerativas quedaron a la deriva, no hay una supervisión constante de estas enfermedades, por lo que puede esperarse un incremento considerable en complicaciones relacionadas éstas. Las urgencias médicas (entendida como toda condición médica que pone en riesgo la función o incluso la vida del paciente) también tuvieron problemas, pues, a pesar de la necesidad de atención inmediata, muchas urgencias tuvieron que esperar a que se les realizara una prueba para COVID19 y así demostrar que no eran portadores y poder ser atendidos.

La atención a la salud mental merece una mención especial, ya que se continúan estigmatizado a los trastornos mentales, como depresión y ansiedad. Este país no sólo está lidiando con una crisis sanitaria por COVID19, sino también con una crisis sanitaria por trastornos mentales. El confinamiento, la violencia que azota a nivel nacional desde hace décadas, desempleo, incertidumbre, más otros factores sociales, han detonado un alarmante incremento de ansiedad, depresión e incluso suicidios, sobre todo en la población estudiantil, quienes han estado sometidos a un estrés constante. A pesar de la gravedad de estos trastornos poco se hace por tratarlos, los hospitales psiquiátricos se encuentran cerrados, sólo se atienen “emergencias”, las cuales simplemente se estabilizan y hacen que retornen a casa, ello, sin la posibilidad de un seguimiento médico. Además, los centros de apoyo psicológico, de prevención para suicidios, y otros afines, se han visto completamente rebasados, al grado de sólo poder dedicarle 20 minutos al paciente para atención psicológica.

Por otro lado, la reducción presupuestaria también afectó a la salud de cientos de personas, en especial a mujeres, niñas y niños. Sofía solamente es un ejemplo más de que la salud de la niñez se deja en el abandono, que las terapias físicas no importan, que los tratamientos para el cáncer pueden no darse. Estas prácticas no sólo son negligentes, sino inhumanas e inverosímiles en un gobierno que se autoproclama como transformador.  

No hay que olvidar todas aquellas enfermedades que quedaron en la banca, aunque el gobierno nos ha demostrado que está enfocando todo su trabajo y todos sus recursos para manejar la pandemia. Como respuesta aparece la vacunación de ciertos grupos de la población, la cual sigue avanzando mientras personal médico, tanto público como privado, no han sido considerados para la vacunación, esto, con el fin de regresar los más pronto posible a la “normalidad” y reactivar la economía. Así como se está ignorando la vacunación de todo el personal médico, también se están ignorando todos los otros padecimientos que aquejan a la población y que, en un futuro no muy lejano, afectarán de forma física y emocional la integridad de los mexicanos.

No obstante, con las recientes medidas de cambio de color en el semáforo, aunado a una baja en las hospitalizaciones por COVID y el deceso en los casos de contagios, habrá de visualizarse de manera prioritaria la atención de los padecimientos que han sido olvidados. Pues, se reabren restaurantes, cines, museos (lo cual no es malo), pero las otras áreas médicas no son prioridad. 

En consecuencia, las políticas de salud pública habrán de centrar sus esfuerzos en otorgar una atención sanitaria eficaz, rápida y velar por la prevención de futuros problemas en la salud de las personas. Es decir, promover el ejercicio en casa con materiales domésticos, el incentivar una alimentación baja en calorías que eviten el subir de peso ante la falta de movilidad, así como incrementar los canales educativos que conduzcan a la prevención a la detección y al acercamiento de las personas a los centros sanitarios para atender lo más pronto posible los padecimientos que han sido renegados durante todo este tiempo.

En el mismo sentido, las personas que ejercen la medicina tanto en el sector público como privado deberían ser prioridad. Bajo esa idea hay que aclarar que el sector médico privado no incluye unicamente a los grandes consorcios hospitalarios, sino que, en este sector, se encuentran cientos de miles de médicos que atiende en consultorios anexos a farmacia y que cobran no más de 50 pesos la consulta. Este sector PRIVADO también fue personal de primera línea contra la COVID, sin embargo, sus esfuerzos no fueron reconocidos ni por el gobierno, ni por la sociedad, e incluso el gobierno retrasa (y niega) la vacunación a ese sector. Hecho lamentable puesto que, al final del día, es personal sanitario del que todas las personas dependemos, y en especial los más desfavorecidos, ya que se prefiere acudir a un consultorio anexo a farmacia antes que a un hospital público por los procesos tan tardados que existen.

Por ello, apelamos a reflexionar sobre las personas que han quedado relegadas, y con ello sus vidas, por no ser COVID. En esa misma línea, invitamos a valorar a esos médicos y médicas que no han dejado la batalla frente a la pandemia, y frente a otras enfermedades (del sector público y privado). Valoramos de la más amplia forma a esas personas que llevan su juramento hipocrático con tanta ética y que tan poco correspondidos han sido por la sociedad y el gobierno. 

Finalmente, es cierto que la pandemia ha sido un gran riesgo para todos los seres humanos, por lo cual, su mitigación requiere de concentrar muchos recursos humanos y económicos para contener a un monstruo que es invisible. Sin embargo, también debemos de hacer frente como humanidad a otros riesgos latentes para nuestra salud que siguen atacando y acabando con la población desde sus propias trincheras.

 


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