Entre la trágica política y el futuro incierto nacional.
Ana Pomar, Margarita Romero, y Marcos Galindo.
Como cada 3 años, los muros de la Ciudad de México son tapizados por propaganda electoral en la cual se puede apreciar el rostro de aquellos aspirantes a ser electos para un cargo de elección popular. En ese contexto, el próximo 6 de junio se realizará el proceso democrático nacional para elegir a representantes de la Cámara de Diputados, del Congreso Nacional, algunos congresos locales, y algunas gubernaturas. Para el caso de la Ciudad de México, se elegirán a los dirigentes de las 16 alcaldías, ello, en un contexto complicado que se conjuga entre las crisis económica, sanitaria y social en todos los niveles. Cabe señalar que estas elecciones tienen circunstancias en las que cada vez más disminuye la participación de los ciudadanos, además, existen opiniones contrapuestas entre el apoyo y el repudio.
En primer lugar, el mundo aún enfrenta la crisis de salud pública ocasionada por COVID19, por ello las aglomeraciones, características de las campañas políticas, debieron haber quedado suspendidas o por lo menos eso se llegó a pensar. En cambio, pese a la pandemia, se pueden observar en las calles mítines políticos en donde participan gran cantidad de personas, incluso grupos vulnerables como: personas adultas mayores, niños, niñas y personas gestantes, sin respetar el distanciamiento social y sin el uso adecuado del cubrebocas. Desde esa perspectiva, no debe dejarse de lado el impacto ambiental de las elecciones, pues, a pesar de que hace años los partidos políticos se comprometieron a no generar residuos durante sus campañas y a que, en algunos casos, hacen promesas acerca de preservar el medio ambiente, todo esto queda en el olvido, ya que las calles se ven atacadas de propaganda electoral, misma que, eventualmente, terminará como basura contaminando el suelo y el agua. También es necesario señalar que existen propuestas que apelan a reusar las lonas de propaganda electoral para construir casas para perros o como manteles, sin embargo, lo cierto es que después de las elecciones tendremos nuevas toneladas de basura con la cuales lidiar.
Desde la perspectiva de un ejercicio político y democrático, podríamos pensar que las personas que aspiran a ocupar un cargo político tienen que cumplir con ciertos requisitos como: un nivel mínimo educativo, compresión y conocimiento de las leyes, de ciencias políticas, historia, idiomas; además de empatía y preocupación por los más vulnerables, no importando sexo, edad, preferencia sexual, religión, estado socioeconómico, origen étnico o nivel de estudios. Sin embargo, basta ingresar a la página https://candidaturas.ine.mx/ (les invitamos a realizar este ejercicio) para observar la formación académica, profesional y trayectoria de las personas aspirantes a ocupar una diputación federal. Al revisarla podemos encontrar información valiosa como los saltos partidarios que han tenido muchos candidatos y candidatas, hasta la formación de un diputado que tiene “licenciatura en derecho (trunca)” y está “cursando la carrera de derecho”. Estas y otras joyas nos pueden dar una idea de a quiénes vamos a elegir como representantes.
Al hacer esta evaluación superficial a nuestros candidatos y candidatas se hace evidente la poca, o nula, preparación para el cargo. Y es que, para ser honestos, la mayoría de los mexicanos no participan en las elecciones. Muchos no conocen a sus representantes actuales, no conocen las propuestas de los nuevos aspirantes, y difícilmente buscan informarse acerca de la situación política de México, por ende, no es de extrañar que muchas personas escojan a sus representantes por su rostro conocido, y no porque realmente conozcan sus propuestas. Y si bien desmotiva ese tipo de información, no por ello debemos de dejar de ejercer el derecho al voto, sino todo lo contrario, hacer nuestra votación de forma informada.
Vital será conocer a los candidatos de elección popular por los cuales votaremos, reconocer la ubicación de nuestra casilla correspondiente para ejercer el sufragio, no dejarse llevar por paparruchas (fakenews) sobre fraudes con las papeletas, reconocerse como ciudadano con derechos políticos y hacerse responsable de ellos, hacer el compromiso social por elegir a las mejores opciones, y cuestionar a cada una de las propuestas dadas. La única manera para fortalecer al aparato democrático es siendo parte de él; quien se aleje de él, permite que alguien más decida por él, ya sea para bien o para mal.
Si bien es cierto que dicen que los mexicanos siempre buscamos en lado cómico de las cosas, perfectamente encumbrado en la frase: “canta y no llores”, se ha grabado en la memoria colectiva el buscar siempre el lado amable o cómico de la situación. Lo cierto es que en cuestión de política, pese a la mofa que se ejerce sobre la misma, tendríamos que ejercer un voto inteligente y no visceral. Pues, al final del día, el gobierno trabaja por y para el pueblo, y somos nosotros quienes colocamos a estas personas en ese lugar de poder. A pesar de estas situaciones que desalientan la participación electoral, les invitamos a reflexionar sobre su voto y que, en medida de lo posible, esté en consonancia con sus convicciones para construir un mejor país.
Recuerdo que Dresser proponía anular el voto. Lo peor es no votar.
ResponderEliminarTe agradecemos por comentar; consideramos que la mejor opción siempre será ejercer los derechos políticos que tenemos, ya sea de una o de otra forma. Es nuestro deber fortalecer al aparato democrático por el bien de todos.
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