Precariedad en la precariedad
Ana Pomar, Margarita Romero y Marcos Galindo.
En el terreno latinoamericano, y en muchas otras regiones del globo terráqueo, el campo laboral contaba con grandes deudas sociales en cuanto a dignificación y retribución justa por el trabajo que las personas realizan día con día. No obstante, la pandemia trajo consigo una acentuación e, indudablemente, ha minado la creación de nuevas fuentes de empleo.
Antes del confinamiento por COVID 19 los empleos en el entorno nacional ya eran precarios, largas jornadas, bajos salarios, algunos subrogados y en algunos casos sin seguridad social.
El perfil de ingreso merece una mención especial, ya que muchas empresas solicitan una serie de requisitos muchas veces inverosímiles para formar parte de su plantilla, la experiencia laboral y la edad son de los que más limitan a la hora de solicitar un empleo. Por un lado tenemos jóvenes egresados que a pesar de tener el conocimiento, no son tomados en cuenta para ocupar un cargo, así mismo tenemos personas mayores de 50 años que, a pesar de tener la experiencia, no son contratados por representar un gasto mayor para las empresas.
La salud es un tema importante de mencionar, ya que muchas empresas durante esta pandemia han declinado por no contratar a personas con comorbilidades como diabetes e hipertensión, ya que son pacientes vulnerables lo que implica mayores gastos para estas empresas.
Desde esa óptica, consideramos pertinente visualizar sobre los estragos que la crisis pandémica ha causado en el mundo laboral: muchos vieron reducidos sus ingresos, otros perdieron por completo su empleo sin lograr conseguir otro, algunos más han tenido mayores cargas laborales y ampliación de sus horarios, entre muchas otras circunstancias.
La falta de oportunidades laborales no es una situación personal, es una situación social en la que el empleo escasea o en la que las ofertas vigentes no alcanzan a cubrir los gastos mínimos de subsistencia y deja a las personas que buscan empleo a la deriva.
La demanda por conseguir empleo ha orillado a muchas personas a aceptar empleos poco remunerados con carga excesiva de trabajo, y algunos otros se han visto orillados a trabajar en empleos informales en su mayoría comercio. Pues es en el comercio informal donde encuentran una solución "fácil y rápida” para garantizar una entrada de dinero al menos mínima para garantizar la alimentación.
Desde esa perspectiva, se ha estigmatizado a quienes buscan empleo y no lo encuentran, a quienes han mermado su poder adquisitivo y a quienes “son pobres porque quieren”. Este tipo de ideas sólo contribuyen a polarizar, a generar discriminación, a negar la realidad multicircunstancial en la cual vivimos como seres humanos y a reproducir paradigmas que únicamente crean comportamientos patógenos que pueden llegar a atentar en contra de la integridad de las personas.
Por ello, consideramos necesario generar empatía, ayudar a quienes buscan empleo con cualquier acción, desde compartir su CV, hasta hacerle llegar las ofertas de empleo que llegamos a ver sobre su perfil profesional. Toda vez que la única manera en la que podemos sobrellevar las crisis de manera social, es mediante la solidaridad y el apoyo mutuo.
Justo esta solidaridad en ocasiones se ve disminuida debido a que en ocasiones nos observamos como competidores de un mismo puesto. Y peor todavía, consideramos que nuestra situación laboral es enteramente nuestra responsabilidad cuando como se ha mencionado se debe a diferentes factores. No solo responde a nuestras capacidades educativas, intelectuales, de experiencia o de adaptación, responde a un entorno social más complejo.
La pandemia ha mostrado diferentes realidades que si bien existían se han vuelto más contrapuestas y el empleo o la falta de él no es la excepción. No podemos ni debemos condenarnos a nosotros mismos por la dificultad de encontrar un empleo o por la decisión de aceptar un empleo que no cumpla del todo nuestras expectativas.
La realidad es que se necesitan fuentes de trabajo más justas y con salarios dignos en donde también las empresas compitan por obtener talentos y no estar seguras de tener una fuerza laboral a raudales. Por ello volvemos a insistir en la solidaridad, la empatía y la no desesperación frente a condiciones difíciles de búsqueda de empleo, porque no es una situación personal es una situación social y en lo individual tenemos que entender que estamos limitados pero también podemos ser resilientes y empáticos.
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